Preámbulo deambulatorio: Definiciones

Este post tiene un múltiple origen.

En primer lugar escribir algo y relacionarlo con el ajedrez. Es una especie de reto, al mismo tiempo una necesidad y además una petición pública de una lectora de este blog. Por otro lado, es una válvula de escape para mi cerebro que debe ser usada antes que algo se pudra dentro. Todo mundo lo necesita. Roberto hacía sonar su caja musical para maquinar sus agobios y planear su impecable crimen, Oliverio jugaba a mirar su tren mecánico dar vueltas incesantemente mientras hablaba consigo mismo, Trilce se obligaba a escribir aunque el resultado nunca le satisficiera. Así, hay un poco de los tres aquí. Escribo para maquinar siempre algo mejor, mientras lo hago dialogo constantemente conmigo mismo y, al final, aunque el resultado no me guste, es necesario. Hay que hacerlo; quizá no mate a nadie, ni cambie mis escritos por bifes de chorizo o haga publicaciones para un diario, pero vacio mi mente mientras me destrampo por el reto de sentir paz mental y conseguir más pulgares arriba para este blog.

En segundo lugar, hubo un tema todo este fin de semana que ocupo mis pensamientos, el sacrificio. Lo que sea que eso signifique, con todos sus modos y maneras. El sacrifico real por conseguir lo imposible.

En último lugar, y no menos importante, me gustan mucho los aforismos y todo lo que se le parezca. Frases hechas, refranes, moralejas, sentencias lapidarias, clichés, etc. Debido a una forzada casualidad, recordé una genial frase de Shamkovich acerca de los sacrificios en ajedrez mientras volvía hoy a casa y que puede ser muy útil para construir un post muy decente añadiéndola a lo arriba descrito.

Comienzo. Cuando uno empieza a jugar ajedrez por primera vez se le enseña el valor y movimiento de cada pieza, roles y reglas básicas. Luego de una sencilla explicación y acaso una primera partida, y aquí podría apostar ciegamente, todos tienden a juzgar, sin temor al error, que la Dama es la pieza más poderosa e importante. Esto es un error naturalmente, o una verdad parcial y poco fiable, sin embargo, y como ocurre con toda gran mentira, existen muy buenas razones para creer en ella.

Primero un puñado de obviedades y simplezas.

a)      Por la cualidad de sus movimientos (entre 21 y 27 cuadros disponibles según su posición en el tablero), en efecto, la Dama es la pieza con mayor potencial ofensivo, defensivo y posicional. En esta misma escala, le seguiría la torre (14 siempre), luego el alfil (13 o 7), el caballo (entre 2 y 8), el Rey (entre 3 y 8) y finalmente el peón (1 o 2).

b)      Debido a sus características, la Dama resulta ser la pieza más versátil y su movilidad en el tablero siempre dicta condiciones. Esto puede llegar al grado de construir el juego completamente en torno a la Dama y, en casos gravísimos, a llevar el juego en contra de la Dama contraria. Esto, por supuesto, ocurre en mayor medida en un nivel intermedio o básico. Jugadores alto nivel, profesionales y titulados como Grandes Maestros comprenden con mayor exactitud los pormenores y complejidades del juego, los cuales de ninguna manera se centran en la Dama.

c)       Los dos puntos anteriores resaltan la aparente importancia que tiene esta pieza para el juego. Cuando hablamos de intercambiar piezas, normalmente buscamos siempre un cambio justo. (Sigo hablando de básicos e intermedios) Las Damas sólo se cambian por Damas, las torres sólo por torres, y los alfiles y caballos indistintamente entre ellos, puesto que son piezas con valor casi idéntico en muchos sentidos. Es un triunfo, por supuesto, conseguir una torre por un caballo, más aún, cualquier pieza a cambio de un peón, o la Dama enemiga sin haber perdido la propia en el camino. Hasta aquí todo perfectamente claro.

Ahora un puñado de crudas realidades.

a)      Las piezas son importantes pero existen muchos otros criterios que determinan la ventaja en un juego de ajedrez. Y todos ellos tiene más que ver con la posición. Los cuatro más simples.

b)      Estructura de peones. Una buena estructura de peones, por lo general, sugiere que estos estén conectados de modo que puedan defenderse entre ellos de manera más sencilla. Peones aislados (no conectados a otros peones), no protegidos o simplemente abandonados son, las más de las veces, casos perdidos. Del mismo modo, los peones pasados representan una clara ventaja en el juego, y más aún si están conectados.

c)       Movilidad. En ajedrez suele hablarse de simplificación de posiciones. Esto quiere decir reducir el número de piezas en el tablero con intercambios, para así hacer más ágil y sencillo el juego. La movilidad es fundamental, esta describe la variedad de posibilidades y movimientos que podemos ejercer desde nuestra actual posición sin perderla. Se refiere, en pocas palabras, a no poner en riesgo al Rey, mantener la defensa y el ataque y continuar generando posibles ventajas.

d)      Protección del Rey. Está estrechamente ligada a la anterior. Una buena defensa del Rey incluye el menor número de piezas posibles y la máxima movilidad para el resto de las piezas.

e)      Material en el tablero. El material es importante en la medida que ofrece mayores posibilidades de acción para trabajar con las posiciones. Determina el poder de ataque y defensa y, ciertamente, es factor importante de cualquier victoria. Sin embargo la puse al final porque en realidad, excepto en abrumadoras diferencias, el material depende de la posición para hacerse efectivo. Los tres puntos anteriores expresan con suficiente claridad lo complejo de una posición y lo que se requiere para jugarla.

¿Y luego? Sabiendo esto es más sencillo comprender qué es un sacrifico en el ajedrez. Consiste, básicamente, en hacer un intercambio de piezas aparentemente desigual a cambio de obtener cierta ventaja posicional en alguno de los ámbitos ya descritos.

Esta definición, aunque es simple y expresa muy escuetamente la realidad, es muy útil. En última instancia hacer un sacrifico es un medio para obtener la victoria. Un medio drástico, contundente y doloroso por supuesto. Enseña fortaleza, valentía, coraje, y, por si fuera poco, es muy difícil de hacer. Tan es así que sólo se juega en niveles muy elevados. Es sólo gracias a la experiencia en el juego, la comprensión de todas sus partes y facetas, que nos volvemos aptos para sacrificar piezas. Hacerlo implica haber aprendido sobre qué cosas son importantes en el juego y en qué medida, cuáles son las formas para conseguir algo y, finalmente, reconocer cuándo vale la pena llevarlos a cabo.

Ahora bien. Ya que ha sido expuesto lo anterior, hablemos de sacrificar a la Dama. Con lo ya dicho cualquiera pensaría que mandar a Dama como carne de cañón es más común de lo que piensa. No lo es sin embargo. Toda su tiempo pues es un asunto delicado, pero en efecto ocurre. Y aquí revelamos la gran mentira de la Dama. Ella no es la pieza más importante y menos la más poderosa. Es sólo un espejismo, ambos títulos pertenecen sin duda al R ey. La Dama no sirve de nada (ninguna otra pieza, de hecho) si no puede proteger al Rey o es capaz de amenazar de mate al contrario. Sus cualidades y movimientos son absolutamente inútiles y no tienen sentido mientras no hayan dos Reyes en pie sobre el tablero. Dama o no, siempre que sea posible, y sin elección a lo contrario, cae antes que el Rey.

Si el Rey es el más importante, ¿entonces qué con los sacrificios de Dama?

Continuará…

One thought on “Preámbulo deambulatorio: Definiciones

  1. Pingback: Tobalá

Leave a comment